viernes, 5 de noviembre de 2010

Cuento Corto

Roídos

Derribaron la puerta. En el balcón y de espaldas, una hamaca anidaba la inerte figura. Juana, su amiga del alma, había sospechado la tragedia motivo de los reiterados llamados vacíos. Corrió hacia ella frenando a rezaga del miedo, donde expulsó un consternado sollozo.
Un reflejo sobre la losa invadió a la estatua de la lona, quien brincó pálida pero viva.
_ ¡¿Cómo has entrado?!_ respondió desorbitada su amiga, que mirando a su alrededor cayó en cuenta de que unos hombres habían forzado la entrada.
_ ¡Luisa desde el viernes que te estoy llamando!, ¡ya no sabía que pensar!, aulló Juana y con un hilo de voz pidió por favor a los bomberos que se retiraran. Su amiga estaba viva pero entonces ¿por qué no respondió a sus insistentes llamados?.
El lunes las amigas volvieron a su trabajo en la fábrica, exactamente el mismo que desde hace veinticinco años.
Fue ese mismo día cuando Juana comprendió que era momento de que Luisa se jubilase. Ya no tenía sentido seguir testeando mudas alarmas de despertadores.

RP.

1 comentarios:

mamá dijo...

guau.....duro....bueno....